jueves, 29 de enero de 2009

Ronroneando


Sentaditas en tu orilla,
moldeándonos con tu armonía, empapadas en tu educación,
y con un saber estar envidiable.
Ronroneando, ¿nos escuchas?.

viernes, 23 de enero de 2009

Hipotecas minimalistas


Por tener un hogar estamos obligados a tener una vida minimalista.

No duermo tranquila porque soy autónoma y si no trabajo no gano, no existo. Porque si no soy autónoma mi trabajo no es estable y no sé si ganaré durante 30 ó 40 años de deuda, porque hay demasiadas excepciones para acceder a los derechos fundamentales, porque el sistema es estricto, inflexible y cruel.

Estaríamos totalmente equivocados si creyéramos vivir mejor por encajar perfectamente con los parámetros establecidos por la sociedad. Porque el sistema es erróneo. Y me pregunto, ¿sabríamos vivir de otra manera?


viernes, 16 de enero de 2009

En algún lugar, a ninguna hora...


En algún lugar alguien se encuentra, se mira.

En algún lugar alguien se esconde, alguien quiere vivir o morir.

Alguien ve que la vida va, otros ven que no.

En algún lugar me he perdido.

En algún lugar, da igual cual, sigo siendo quien siempre he sido.

No existe el tiempo, no hay hora.

viernes, 9 de enero de 2009

Los lunes y los domingos al sol


No es un barco de los astilleros asturianos, ni una historia real aunque bien podría.

Es un tema político, o no, según se mire.

Lo que sí que es, es un problema común que nos afecta a todos.

No depende de la calidad, ni de la cantidad, es que cuando no hay, no hay... Eso de tumbarse un lunes al sol cuando uno está en la edad cumbre para crear y crecer es algo cruel, pero más cruel me parece quedarse en la calle cuando uno ya está en esa recta laboral final , en los cincuenta y..., cuando es pronto para jubilarse y tarde para empezar, cuando se está ya cansado de la vida, de la crisis, de los lunes y de los domingos.

Digo que no es una historia real, porque no lo es, al menos en esta foto.

Ánimo y mucha suerte.

viernes, 2 de enero de 2009

Para dos


Con la calidez de la luz cortada por la sombra, cogí tu mano.

El azul imprimió las arrugas de los tejidos en nuestra piel.

Mis pies cogían energía terrenal con una caricia rugosa.

El aire acompasó nuestra conversación en un paréntesis infinito.

El paisaje permaneció respetuosamente quieto.

El oxígerno en ese lugar fué por un instante solo nuestro.


Para dos.